Carmen
recibió la noticia que a toda mujer le llenaría de alegría, estaba
esperando un nuevo hijo, y esto la emocionaba y lo tomaba como un
regalo de Dios, ya que una semana antes había empezado los planes de su boda
con Mario. Ambos decidieron darles la primicia a todos los familiares, y
aprovechar el momento para entregarles el parte de su casamiento, sin duda a
todos les conmovía esa noticia, pero a su hija samia,
una niña de cinco añitos, le brillaban los ojos de la emoción, que
tratando de jugar a adivina, no paraba de decir que pronto nacería su hermanito.
Ya había
transcurrido un mes desde la noticia del embarazo de Carmen, y la
fecha de la boda estaba a la vuelta de la esquina. Esta vez los gustos
exquisitos y tendenciosos de los modistas no pudieron ser saciados, ya que el
vestido que escogió era el más ligero que nunca pensó usar, la magia no recaía
en la noche de bodas, sino en la bendición del nuevo hijo, y la boda era el
sello perfecto para su relación, y la felicidad de su familia.
El tiempo como de
costumbre quedaba muy corto , los quehaceres diarios, el trabajo, la boda,
samia, y los chequeos del bebe dejaban a Carmen un poco agotada, pero eso no
mermaba en su ganas de realizar todo correctamente, siempre tuvo ese carácter
para tomar las decisiones correctas para su vida, como cuando se enteró que
estaba esperando su primer bebe a los veinte años, ella y Mario dieron la
noticia a sus respectivas familias, para sus padres fue un poco dura y
anticipada la llegada de un hijo, pero al poco tiempo lo aceptaron
completamente. Carmen un año antes de acabar la universidad dio a luz a
samia, su hija que heredase todo de ella, era su vivo retrato. Mario ya había
culminado la universidad y trabajaba en una pequeña empresa automotriz,
por lo cual logró conseguir un departamento donde llevar a vivir a su familia,
ya que creía conveniente mudarse de la casa de su madre, aunque ella nunca
mostró gestos de incomodidad, incluso fue quien recibió con más regocijo
la noticia que sería abuela.
Cuando Carmen acabó
la universidad, rápidamente consiguió un empleo, así ella y Mario
cubrirían los gastos del hogar, no pretendían tener inmensos lujos porque el
dinero aún no lo permitía pero la situación marchaba viento en popa, y
decidieron iniciar los planes de su boda.
Había pasado una
semana y media de su último chequeo médico, las recomendaciones del
doctor fueron muy concretas, que todo marchaba bien, y que mantuviera la
alimentación muy balanceada y si se sintiese mal acudiera lo más antes posible
al hospital, y así fue, Mario la acompañó al consultorio del doctor, ella
sentía que algo no marchaba bien, así apresuraron el paso hacia el hospital.
Al llegar al
consultorio, El doctor colocó el estetoscopio en el vientre de la madre, el
simple hecho que se quedase callado preocupo mucho más a Carmen, ella le exigió
en todo momento que le dijera la verdad, pero él solo le dijo que necesitaba
pasar a una intervención rápidamente, que eran necesarios unos chequeos, antes
de diagnosticar algo específico.
Al cabo de 20
minutos las sospechas del doctor fueron ciertas, el bebe llevaba una semana
muerto en su vientre, y ya el cuerpo estaba en estado de descomposición
por lo cual Carmen presentaba una infección que podría agudizarse si no se
atendía a tiempo, la solución era rápida, tenían que extraer al bebe. Al
parecer padecía de trisomía 21, y quizás alguna de las causas de su
muerte fue que su corazoncito no tuvo la fuerza necesaria para seguir latiendo.
Carmen al llegar a
casa recibió el abrazo de su madre, quien la estrujo demasiado fuerte, frotando
su mano suavemente en su espalda, mientras ella derramaba imparables
lágrimas, lagrimas que expresaban su vacío, su pena, su dolor. No
entendía porque la vida fue tan cruel con ella, arrancarle de las
entrañas a un ser que ni siquiera vio la luz, ahora la situación se
tornaba difícil, aun con la tristeza en el alma siguió con los planes de
la boda, el amor por Mario era muy grande, y en memoria de su hijo, sellaría
este momento de amor.