miércoles, 29 de enero de 2014

La Pared

A poco nunca has sentido un frío que te congela la piel y eriza los vellos del cuerpo. O sentir que estás acompañado cuando en verdad no hay nadie en casa.

Cuando estaba niño mi madre me advirtió que no me pusiera la legaña del perro en mis ojos, porque si no vería fantasmas.  Siempre cuando me dicen que no haga algo, me frustro por un momento, pero luego termino haciéndolo, pero en este caso fue diferente, el miedo a lo desconocido es tan grande, que me quitaron las agallas.

Hoy estuve echado en mi cama leyendo un pequeño libro de historias,  acompañado únicamente de Busiro (una de mis perritas),  cerré la puerta porque el viento corría muy fuerte y empezaba a sentir un poco de frío. A veces me es un poco difícil concentrarme al leer, porque miles de cosas vienen a mi cabeza, pero llega un momento en el que ya soy parte de la historia, y mis ojos permanecen concentrados en las páginas del libro. 

Al cabo de unos minutos, Busiro empezó a ladrar muy fuerte, le dije qué pasa perrito? Qué tienes?,  y no hizo caso, lo que les voy a contar, fue un poco escalofriante para mí, pues mi perrita estaba ladrando a la pared, sí, a la pared, donde no había nada ni nadie.

En ese momento se me erizaron los pelos, no sé si es por el miedo o por ese frío que les hablé al inicio, pero lo que ocurrió después fue aun peor.

Busiro seguía ladrando e intento acercarse a la pared, y pegó un salto hacia atrás, como cuando alguien intenta asustarla o amedrentarla, y yo helado sin saber qué hacer ni decir, perplejo  viendo cómo se daba todo esto frente a mis ojos.

Esto ocurrió muy rápido, así que solo atiné a decir, vete de aquí, no molestes!!!, con voz muy fuerte lo repetí varias veces, pues hace varios años mi madre me lo aconsejo, y fue así como Busiro se calmó.

Podría pensar mil y un cosas sobre lo que pasó, pero hoy no es el momento. Pero bueno, has vivido algo similar?